Perro majorero o bardino

El perro majorero, popularmente conocido como perro bardino, es originario de la isla de Fuerteventura. En concreto, fueron los conquistadores castellanos los que llevaron los primeros perros bardinos a la isla en el siglo XV. Desde entonces, se convirtió en un perro imprescindible para los ganaderos y campesinos majoreros, que lo utilizaban para las labores diarias de cuidado del ganado y defensa de las fincas. Su capacidad para luchar hizo que se cruzara con los perros de presa que se utilizaban en combates en el archipiélago canario, dando lugar al actual presa canario.

Pese a que ha sido un perro tradicionalmente empleado en Fuerteventura como perro pastor y perro guardián, no fue hasta el año 1979 cuando se celebró la primera exposición monográfica sobre el perro majorero. Como aclaración, cabe mencionar que las exposiciones monográficas son aquellas destinadas a una raza específica, en las que solo se permite la participación de perros de pura raza.

Esta exposición monográfica supuso el inicio del proceso para el reconocimiento de esta raza por parte de la Real Sociedad Canina de España, sin embargo, no fue hasta 1994 cuando se reconoció definitivamente al perro majorero como raza canina autóctona.

La decadencia del sector primario y la introducción de razas caninas foráneas hicieron que esta raza entrase en un profundo declive, que la llevó al borde de la extinción. Sin embargo, gracias a la aparición de asociaciones para la conservación del perro majorero, integradas por criadores, cuidadores y aficionados a la raza, se ha conseguido salvaguardar la supervivencia de esta raza canaria.

El perro majorero es una raza de perro mediana-grande. Los machos pesan entre 30-45 kg y tienen una altura a la cruz de unos 56 cm, mientras que las hembras pesan entre 25-35 kg y tienen una altura de unos 54 cm.

Se trata de un perro fuerte, compacto, con una línea dorsal ligeramente en ascenso hacia la grupa. Tiene un andar alegre y vivo y es capaz de adaptar su paso y su pisada a la irregularidad y las asperezas de los distintos terrenos volcánicos. Destaca por su particular forma de sentarse, hacia un lado, con la mirada atenta a lo que le rodea, dada su tradicional labor como vigilante y guardián.

A continuación, señalamos las principales características del estándar racial del perro majorero.

• Se caracteriza por tener un cuello ancho, musculado y poderoso y una cabeza relativamente pequeña en comparación con el resto del cuerpo, lo que le confiere una gran fuerza de agarre y firmeza en la presa o mordida.
• Su región facial tiene un stop (depresión naso-frontal) poco marcado. Los ojos son más bien pequeños y tienen un color que varía del ámbar al negro. Tanto el borde de los párpados como los labios tienen una pigmentación oscura.
• Las orejas tienen una inserción atrasada y alta. Se caracterizan por tener un doble pliegue, el cual les impide mantenerlas firmemente erectas.
• El cuello potente y fuertemente musculado, termina en un pecho ancho y profundo. El lomo también posee una fuerte musculatura y el abdomen no es flácido, sino que está ligeramente recogido.
• La cola tiene una inserción más bien alta y en estado de reposo llega al corvejón.
• Las extremidades son fuertes y tienen un aplomo firme. Es característico que las extremidades posteriores sean ligeramente más altas que las anteriores.

Colores del perro majorero

El pelaje del perro majorero tiene una longitud media, fuerte pero suave y brillante. En la zona baja de la cola y en la parte posterior del muslo presenta un pelo algo más largo que en el resto del cuerpo.

El manto es siempre atigrado, con tonalidades que pueden variar entre el verdoso, amarillento, beige, gris y negro. Las franjas atigradas pueden ser más o menos evidentes en función del color de base. Suelen presentar una máscara de color oscuro y pueden tener manchas o zonas blancas en el cuello, el pecho, la cabeza o la punta de la cola.

El perro majorero destaca por la lealtad y fidelidad hacia sus cuidadores y, en general, hacia todos los miembros de la familia. Sin embargo, suele marcar las distancias ante personas desconocidas, pues es particularmente receloso y desconfiado ante los extraños.

El majorero es un perro muy territorial, valiente y tremendamente defensor de lo que se le encomienda. Se aprecia por su labor como perro pastor, pues trabaja bien con el ganado, sin dañarlo. También es muy valorado como perro de guarda y defensa, dado que sin ser fiero, puede llegar a actuar con arrojo y fiereza llegado el momento.

¿El perro bardino es peligroso?

Ningún perro nace siendo peligroso. Aquí entra en juego la educación que reciba por parte de sus tutores y sus experiencias vividas, por lo que un perro bardino educado desde el respeto y mediante técnicas positivas, no tiene que ser peligroso ni mucho menos agresivo. Ahora bien, si no se le educa como es debido, sí es importante tener en cuenta que, debido a sus características, el perro majorero posee una fuerte mordida y tiene un gran instinto protector.

En lo que respecta a los cuidados del perro bardino, es importante tener en cuenta una serie de consideraciones:

• Nutrición: al igual que cualquier otra raza, los majoreros necesitan una dieta equilibrada, acorde a su edad y nivel de actividad. Es importante tener en cuenta el nivel de desgaste físico del animal (dependerá de si es un perro pastor, guardián, de compañía…), para así poder adecuar su ración a su nivel diario de actividad.
• Ejercicio: los majoreros, al igual que el resto de perros pastores, necesitan un nivel alto de ejercicio físico. Son perros adaptados a la vida rural, que disfrutan corriendo y jugando libremente en entornos seguros y amplios. Necesitan espacios abiertos para su ocio y esparcimiento, por ello, no es aconsejable tenerlos en pisos o apartamentos.
• Aseo: el pelaje del perro majorero no es difícil de mantener, aunque para mantenerlo sano y brillante será necesario cepillarlo una o dos veces por semana, y bañarlo una vez al mes.
• Enriquecimiento ambiental: si viven en entornos rurales, encuentran en la naturaleza todos los estímulos que necesitan para mantenerse sanos y felices. Ahora bien, si viven en pisos o apartamentos, aunque disfruten de largos paseos será importante ofrecerles un adecuado enriquecimiento ambiental y dedicar tiempo a jugar con ellos. Así, necesitarán juguetes variados, practicar juegos de inteligencia y olfateo, etc.

Como hemos explicado anteriormente, los majoreros son perros con un gran instinto de defensa y territorialidad. Por ello, en esta raza es especialmente importante garantizar un correcto adiestramiento y sociabilización desde edades tempranas, para así evitar conductas agresivas e indeseables en etapas posteriores. Así mismo, es imprescindible optar por técnicas de educación y adiestramiento respetuosas con el animal, basadas en el refuerzo positivo y evitando los castigos y los gritos. Si has adoptado a un perro majorero cachorro, en nuestro artículo Cómo educar a un cachorro damos todas las claves.

Si consideras que no tienes conocimiento suficiente sobre adiestramiento, te recomendamos que te pongas en contacto con un educador/a canino/a para que te dé las pautas adecuadas. Esta será la mejor manera de conseguir una convivencia adecuada y agradable para todos los miembros de la familia.

Los majoreros son perros muy rústicos y resistentes, que tienen una gran tolerancia al calor e incluso a la falta de agua. No obstante, esto no quiere decir que no debas proporcionarles agua o zonas de sombra, simplemente que son animales especialmente resistentes a las adversidades debido a sus orígenes.

Aunque no sea una raza especialmente predispuesta a sufrir ninguna patología en concreto, los bardinos no están exentos de sufrir enfermedades. Por ello, es fundamental que sigas el calendario de vacunación y desparasitación que paute tu veterinario/a y que lleves un seguimiento veterinario regular para así garantizar que su salud física y mental se mantiene siempre en un nivel óptimo.

Ofreciendo todos los cuidados que el perro majorero necesita, la esperanza de vida de la raza se sitúa entre los 12 y los 14 años.

Como ya hemos comentado, el perro majorero es originario de la isla de Fuerteventura, donde se encuentra el mayor censo de esta raza. Su presencia en el resto del territorio español es escasa, por ello, te recomendamos que si deseas incluir un majorero en la familia, busques primero en asociaciones protectoras de animales ubicadas en las Islas Canarias.

Otra opción es consultar en las asociaciones encargadas de la conservación del perro majorero, dado que una de sus líneas de trabajo es la cesión de cachorros para conseguir el mantenimiento y supervivencia de la raza.

No obstante, te recordamos que lo más importante a la hora de incluir un nuevo miembro en la familia no es que cumpla ningún estándar racial, sino que puedas acogerlo en tu hogar y adaptarte a sus necesidades y estilo de vida.