¿Qué siente un perro sedado?

La sedación en perros es un procedimiento habitual en la clínica veterinaria que consiste en administrar al animal, generalmente por vía intramuscular, un medicamento con efecto tranquilizante que suele tardar tan solo unos minutos en hacer efecto.

Hay que tener en cuenta que una sedación no es lo mismo que una anestesia. La anestesia general induce un estado de total inconsciencia en el animal, que no es capaz de sentir dolor ni de responder a estímulos mientras se encuentra bajo los efectos del fármaco.

Sin embargo, una sedación no causa inconsciencia, pues su efecto es simplemente tranquilizante y lo que provoca es que el perro entre en un estado de somnolencia o seminconsciencia, en el cual se mantiene quieto y relajado pero sigue siendo capaz de responder a estímulos potentes como ruidos fuertes o un dolor intenso.

Como consecuencia, los efectos de la sedación son menos profundos, se pasan más rápido y no suponen tanto riesgo para el animal, mientras que una anestesia completa sí que requiere de un estudio previo del paciente para asegurar que su estado de salud es óptimo para la administración del fármaco y de una monitorización constante.

Los tipos de sedación en perros podrían clasificarse de varias formas, por ejemplo, en función del nivel de relajación y somnolencia que produzcan o en función de la vía de administración.

Sedación en perros según la somnolencia

Si nos centramos en la profundidad de la sedación, encontramos que, en función del objetivo y del fármaco utilizado, los perros pueden alcanzar un nivel de tranquilización leve, moderado o profundo, pero en ningún caso llegan a quedar totalmente inconscientes, pues no están anestesiados.

• Sedación leve: el perro está visiblemente despierto, pero se encuentra tranquilo y permite cierta manipulación, ya que se le ha administrado algún relajante muscular o ansiolítico. La sedación leve se utiliza para procedimientos rápidos e indoloros, como realizar una limpieza de oídos o hacerle radiografías a un perro muy nervioso que no para de moverse.
• Sedación moderada: el perro entra en un estado de somnolencia mayor y, aunque continua respondiendo a estímulos, su cuerpo se encuentra más relajado e inmóvil que en el caso anterior. La sedación moderada se emplea en casos en los que se hace necesario que el animal esté quieto durante más tiempo y no haga movimientos bruscos, como por ejemplo en una limpieza bucal o en una cura que requiera sutura.
• Sedación profunda: se asemeja más a una anestesia, pero el animal no llega a quedar inconsciente sino que todavía es capaz de responder a estímulos ambientales muy fuertes. Sin embargo, el perro en este caso está muy adormilado y prácticamente no se mueve nada ni siente dolor, lo que hace posible realizar cirugías menores como por ejemplo la extracción de un bulto cutáneo o de una pieza dental.

Sedación en perros según la administración

Por otra parte, la sedación puede clasificarse en función de su vía de administración. En todos los procedimientos mencionados hasta ahora, llevados a cabo en la clínica veterinaria, lo más habitual es que la sedación se administre inyectada vía intramuscular, ya que es una forma rápida, eficaz y sencilla. No obstante, también existen fármacos sedantes que se pueden administrar vía oral o inhalatoria, en función del objetivo que se persiga.

Tal y como hemos mencionado anteriormente, un perro sedado no está inconsciente, por lo que sí que es capaz de percibir estímulos del entorno, aunque no lo hará con la misma facilidad si ha sido sometido a una sedación leve, moderada o profunda.

Por lo general, un perro sedado siente una gran relajación a nivel muscular y mental, por lo que se encuentra tranquilo y no se asusta con la manipulación. Esto permite al veterinario trabajar más seguro, pues evita que el animal haga movimientos bruscos o que tenga reacciones agresivas como consecuencia del miedo.

Si la sedación es leve, el perro suele permanecer con los ojos abiertos y es consciente de la presencia de la gente, los sonidos y los estímulos dolorosos. Por este motivo, es importante que el tutor y los veterinarios que estén presentes en la sala hablen en voz baja y trabajen con delicadeza.

Muchas veces, es de gran ayuda que los tutores acaricien al perro y le hablen con voz suave para ayudar a que el animal se mantenga relajado. En una sedación más profunda, sin embargo, el perro no se entera de prácticamente nada, aunque podría despertar repentinamente ante un estímulo de intensidad muy elevada, como un ruido muy fuerte.

Aunque una sedación entraña menos riesgos que una anestesia general, todo procedimiento en el que se induzca al perro a un estado de somnolencia o seminconsciencia tiene cierto grado de riesgo y por este motivo, los veterinarios trabajan siempre bajo la autorización firmada de los tutores del animal.

Hoy en día, los fármacos empleados para sedar animales son muy seguros y todos ellos cuentan con un antídoto que revierte rápidamente el efecto de la sedación en caso de que sea necesario. Además, el veterinario es un profesional que conoce en qué situaciones es conveniente o no utilizar la sedación, así como el tipo de fármaco que debe utilizar según el caso, la vía de administración más adecuada y la dosis a emplear, en función del peso y tamaño del perro. Por todo ello, resulta poco probable que un perro fallezca o presente secuelas tras una sedación.

No obstante, cualquier proceso médico tiene cierto riesgo y, en el caso de la sedación, este riesgo viene muy asociado a la edad del animal y a la presencia de patologías ya existentes, especialmente de tipo cardíaca, respiratoria, renal o hepática.

Para evitar complicaciones como la hipotensión o la depresión respiratoria, es muy recomendable realizar una analítica previa a la sedación para asegurar el buen estado de salud del animal y, por supuesto, es necesario monitorizar al perro durante todo el procedimiento.

La duración de la sedación puede variar mucho en función del fármaco utilizado, la dosis y la vía de administración. Así pues, existen los sedantes de corta acción, cuya duración no suele exceder la hora, y los sedantes de acción prolongada, que pueden mantener al animal sedado hasta ocho horas o incluso más.

Por otra parte, en función de la vía de administración, debemos tener en cuenta que los sedantes que se toman por vía oral son los que más tiempo tardan en hacer efectos, pues el proceso de absorción intestinal es más lento. Igualmente, suelen ser los sedantes de efecto más largo puesto que se metabolizan más lentamente. Los sedantes orales suelen inducir una sedación leve, se utilizan poco y solo se recomiendan en situaciones muy concretas porque es más complicado monitorizar su efecto.

Los sedantes inyectables por vía intramuscular son muy utilizados en la clínica ya que inducen una sedación muy rápida y su duración puede ser fácilmente controlada por el veterinario. En caso de querer interrumpir la sedación por alguna complicación o porque el procedimiento en cuestión ya ha finalizado, el profesional puede inyectar un fármaco antídoto que despierta al animal en unos pocos minutos.

Finalmente, los sedantes administrados por vía inhalatoria son recomendables durante procedimientos más complejos como las cirugías, pues se administran de forma continuada, permiten una monitorización muy precisa y su efecto se pasa unos minutos después de retirar el inhalador.

Este artículo es meramente informativo, en ExpertoAnimal.com no tenemos facultad para recetar tratamientos veterinarios ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te invitamos a que lleves a tu mascota al veterinario en el caso de que presente cualquier tipo de condición o malestar.

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