Mi perro juega muy brusco - ¿Por qué y qué hacer?
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La tosquedad y el exceso de intensidad que algunos perros muestran a la hora de jugar es una preocupación muy frecuente entre los tutores, especialmente entre aquellos que tienen niños en casa o que conviven con canes muy grandes o fuertes.
Los saltos, ladridos, gruñidos o mordiscos en manos y pies son comportamientos que pueden aparecer durante el juego pero, en ocasiones, también pueden ser señales que indiquen que el animal no está cómodo en la situación en la que se encuentra. En este caso, debemos respetar al perro y detener la interacción para prevenir cualquier posible reacción agresiva por su parte. En este artículo de ExpertoAnimal te ayudamos a averiguar por qué tu perro juega muy brusco y qué puedes hacer para evitarlo.
Mi cachorro juega muy agresivo, ¿es normal?
Una vez que abren los ojos y comienzan a caminar, los cachorros se pasan casi todo el día jugando con sus hermanos y con su madre. Estas primeras semanas de vida son clave en su desarrollo físico, cognitivo y social, puesto que, entre muchas otras cosas, a través del juego los perritos aprenden a utilizar e interpretar las señales comunicativas propias de los de su especie y a relacionarse de manera óptima con los demás. Pero esto no es todo, pues gracias a estos primeros juegos los cachorros también aprenden a regular la intensidad de su mordida para no hacer daño a sus hermanos mientras están jugando entre ellos. Para que los perritos puedan procesar este y otros aprendizajes y adaptarse con éxito a su futura familia humana, es muy importante que, siempre que exista la posibilidad, jamás se les separe de su madre antes de cumplir los dos meses de edad. En este otro artículo hablamos más en profundidad de las consecuencias de una separación temprana: "¿A qué edad se pueden separar los cachorros de su madre?".
Es probable que, una vez que el cachorro llega a casa, empiece a jugar con nosotros de manera muy brusca, gruñendo y mordiéndonos con fuerza pero, ¡que no cunda el pánico!, esto no tiene por qué significar que nuestro peludo es agresivo, ni mucho menos. Debemos tener en cuenta que la forma natural de jugar de los cachorros consiste precisamente en perseguirse, "cazarse" y "luchar" entre ellos. Así, se muerden y la propia excitación del momento hace que muchos empiecen a ladrar o a gruñir, por lo que esto es algo normal.
El problema es que, aunque el cachorro sea capaz de controlar la intensidad de su mordida al jugar con otros perros, nosotros somos humanos, lo que significa que tenemos una mayor sensibilidad al tacto y, por tanto, sentimos más dolor cuando nos muerde. Es por eso que, como tutores, debemos enseñarle cuál es la manera más adecuada de jugar con nosotros. Más adelante en este mismo artículo te explicamos cómo hacerlo. ¡Sigue leyendo!
¿Por qué mi perro adulto juega muy brusco?
Tras comprobar lo importante que es mantener al cachorro con su madre y hermanos durante sus primeros meses de vida para que aprenda a comunicarse y a controlar la intensidad de su mordida, podemos ver cómo esto influye directamente en el comportamiento del adulto. Por ello, son varias las causas que pueden explicar por qué un perro adulto juega agresivo o brusco.
Si nuestro peludo fue separado demasiado pronto de su madre, si no socializó adecuadamente con otros perros durante su etapa de cachorro o, simplemente, si nosotros no le enseñamos desde pequeño a controlar la fuerza con la que muerde, es posible que luego nos encontremos con un perro adulto que juega muy brusco.
¿Mi perro adulto juega muy brusco o es agresivo?
Para modificar este comportamiento lo primero que debemos hacer es aprender a diferenciar cuándo el perro está jugando (aunque lo haga de manera ruda) y cuándo está intentando enviarnos señales de incomodidad. Para ello, es imprescindible, antes que nada, analizar bien el contexto en el que nos encontramos, observar las expresiones faciales y corporales del perro y valorar la relación que tiene el animal con las personas que están interactuando con él.
Si el ambiente es hostil, el perro está tenso, ansioso o asustado, no tiene confianza con las personas de su alrededor o se siente amenazado de alguna forma, es muy poco probable que su intención sea la de jugar. En este caso, podremos observar comportamientos que muchas veces aparecen durante el juego (mover la cola, saltar sobre la gente, enseñar los dientes, gruñir, adoptar una posición de "reverencia" con el trasero en alto, etc.), pero que el can emite ahora con una intención totalmente diferente. A estas conductas se las conoce como señales de calma y señales de amenaza (según su intensidad) y no son más que intentos que hace el perro de decirnos que no se siente a gusto y que, por favor, nos alejemos. Por supuesto, estas señales comunicativas en ningún caso indican que el perro sea agresivo,pero, si nos las respetamos o las castigamos de manera recurrente, es posible que el can nos termine marcando o mordiendo.
¿Qué hacer si mi perro juega muy brusco?
Como ya hemos dicho, la forma natural de jugar de los perros consiste, entre otras cosas, en perseguirse y mordisquearse entre ellos, por lo que no es de extrañar que también intenten jugar con nosotros de la misma manera. Para evitar que nos hagan daño a nosotros o a otras personas, es recomendable empezar a practicar lo que llamamos inhibición de la mordida desde el momento en que el perro llega a casa siendo un cachorro, aunque no hay problema si adoptamos o si ya tenemos en casa un perro adulto, ¡ellos también son perfectamente capaces de aprender a controlar la intensidad con la que juegan!
Enseñar a un perro a inhibir la mordida tiene como objetivo habituarle a no utilizar su boca cuando juega con nosotros. Para ello, lo primero que debemos hacer es evitar jugar utilizando directamente nuestras manos, ya que es muy tentador para un cachorro intentar "cazarlas". Cuando el perro salte sobre nosotros o nos muerda con demasiada intensidad, puede ser una buena idea emitir un sonido agudo, corto y fuerte a modo de "queja" para hacer saber al perro que nos ha hecho daño y, a continuación, detener el juego durante unos segundos para después retomarlo utilizando siempre un juguete o mordedor adecuado. De esta forma, le vamos enseñando al perro que, si se comporta de manera demasiado brusca, la actividad finaliza.
Por supuesto, sobra decir que jamás debemos castigar físicamente al perro, intimidarle o gritarle por su manera de jugar, puesto que esto solo hará que el animal se frustre y pierda confianza en nosotros, pudiendo perjudicar seriamente la relación.
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